LE PULPO Breyner Huertas


LA SIMBIOSIS SERÁ (ESTÁ SIENDO, Y FUE) – COMENTARIOS SOBRE “SIMBIOSIS” – JUAN MELO Y PRECARIUS TECNOLÓGICUS – BLOC 2013 – EXHIBICIÓN CASA PROARTES

La simbiosis en el proyecto Simbiosis no se da hoy de manera determinada  con la programación de los robots de Precarius, ni con la interacción sistematizada entre planta y máquina, ni durante el tiempo de exhibición de la obra sino que se dará cuando precisamente toda esta tecnología se dañe, la madera se panda, los circuitos se oxiden y cuando las raíces rompan el exoesqueleto y salgan violenta y lentamente otra vez al fluido continuo de lo natural (o se mueran las matas, se desechen sus restos y se descompongan; se archive el prototipo, se lo coma el comején, se arrume, se venda o se deseche, etc.). Toda esta inestabilidad del “destino”, que pretende ser suspendida durante el efímero tiempo de funcionamiento de los bots y las máquinas, permite pensar sobre el futuro y sobre la obsolescencia programada de todos los aparatos en general. Se puede distinguir un antropocentrismo bienintencionado pero paradójico cuando se habla de inteligencia artificial, robótica, artes electrónicas, todos ellos artefactos humanos desplegándose en ecosistemas, objetos insertados en hábitats o jardines ultra-determinados, cuyo fin utópico o profético es cuidar y mantener el equilibrio natural. Simbiosis es un proyecto que demuestra desde la obsolescencia, un impase que le da importancia real al proyecto, más allá de las intenciones y las proyecciones de sus autores, el gesto está en lo obsoleto que resultan para la ciencia estas máquinas de madera destinadas a dañarse. Es como si Melo hiciera titubear lo tecnológico o la ciencia vacilara por un momento, si la ciencia fuera un ente.
La instalación de los bots tiene el mismo sabor enciclopédico de un libro de botánica; la planta es aislada del caos orgánico que la rodea e iluminada sobre un fondo blanco y un dispositivo interactivo a modo de un pequeño sistema de madera que no se conservará por mucho tiempo atizando con ello aún más esta lectura fatalista de intrascendencia. El impase más profundo en la obra es la imposibilidad de conciliar la tecnología (“pre” y “post” electrónica, porque tecnología no es solamente un microprocesador, sino también un martillo, un lápiz, un hacha, etc.) más allá del optimismo, con la naturaleza que definitivamente se trata de un continuum lleno de misterios y vacíos.
Esta obsolescencia no implica el fracaso de la obra ni del proyecto, por lo contrario la proyección de un micro-universo condicionado, efímero e ingenuo es un experimento (Experiencia); resultado de una concienzuda investigación multi-disciplinar, impotente en términos científicos pero eficaz a la hora de generar reflexiones e imágenes con respecto a la tecnología y la ansiedad humana. Los medios disponibles en contraste con las ambiciones discursivas de Juan Melo le llevan a encontrarse con materiales como la madera, recordando con ello los ficticios paraísos selváticos y tropicales en donde el televisor y la nevera son también de madera.
La madera es vital para entender la posición desde donde se anuncia esta obra; Madera y alta tecnología que parecen tan contrarias, son hoy conciliadas en el diseño “verde”, en la maquinaria neo-selvática de los parques temáticos, en la demanda cada vez más creciente de tribalismo y decoración agreste altamente sofisticada. Los bots de Juan Melo están entre los movimientos de consumo-verde y reflexión poética, se plantan en la mitad, andan, se dañan y se desbaratan aun teniendo las mejores intenciones (programaciones). No son para siempre. Son inútiles y efímeros. El artista usa la idea del Pinocho y la marioneta. Juego y escenificación de un micro-universo; deseo de vida y perfección. Pero el sistema no es estable.
La relación máquina/planta se despliega como utopía y profecía cuando se plantea undeber/ser de la tecnología, la cual debería estar en función del cuidado de las plantas en una metáfora donde el artista aísla diversas maticas y las dispone en un escenario artificial. Este universo simbólico como es llamado por Melo, es el reflejo involuntario del estado en el que se desenvuelven las políticas ecológicas con respecto al control, la explotación y la programación. Catalogar y determinar lo mejor para las plantas cuando por si solas han desarrollado, eso sí, una simbiosis natural que les ha permitido sobrevivir hasta hoy; de este modo el problema es desviado del foco más problemático que tiene que ver con la proliferación desbastadora de seres humanos que acaba a diario con hábitats y ecosistemas, purificándose en el “diseño verde” y el supuesto consumo “Eco-Friendly”. Leer la obra como utopía es reflexionar sobre lo racional y dar cuenta de jardines programáticos que al confiar en el control total de lo natural, aislado y sistematizado, no considera la cuestión política que versa sobre quien realmente controla y sistematiza esta naturaleza programada.
Profecía y utopía son dos extremos angustiosos que están implícitos en el planteamiento discursivo de Juan Melo. El uso de tecnologías robóticas y la relación planteada con seres vivientes como lo son las plantas conlleva a proyectar un futuro y con ello a pensar en el presente como reflexión de lo que se está haciendo tanto a nivel ecológico, político y tecnológico. La relación entre vida y artefacto despliega un sinnúmero de especulaciones existenciales y metafísicas que generan el vaivén lúdico en la obra de Melo. Paradojas e intersticios relacionados con lo utópico y lo profético ya que los bots programados deSimbiosis tienen funciones específicas en un micro-universo desplegado por el artista y su equipo, en el escenario controlado, en la planta aislada y el condicionamiento del momento de enunciación, que es la sala de exposición.
Precarius genera prototipos y bots cuya importancia no está en que el artista use  tecnologías especializadas. Ciertamente el proyecto recurre al método y la planificación de las investigaciones tecnológicas pero no con ello sus principios son científicos; hay un interés estético explícito que convierte a Simbiosis en una interesante obra de arte. La programación de las piezas está dirigida a reproducir acciones humanas como contemplar y acariciar; el movimiento de los Bots está vacío y sobre él recae la mirada de los espectadores, creadores y consumidores que ven en ese automatismo repetitivo una dimensión ética; El bello movimiento en bucle del Dormilador es la extensión de la mano y del gesto humano solo que se pretende sutil, “eficaz”, perfecto e infinito.
Breyner Huertas.

Comentarios

Entradas populares